El declive de la actividad en la última década del siglo XX se ha tornado en auge, muy especialmente tras la pandemia precisamente por el factor social que entraña su juego.
John G.Brokop de CDC ha recabado en una interesante crónica este descenso y ascenso que a causa de la pandemia parecía ciertamente condenado entre las preferencias de la gente. La socialización e interacción que lo define como seña de identidad constituían una antítesis de sus expectativas en el postpandemia.
Brokop se hace eco del informe emitido por Las Vegas Center for Gaming Research que pone de manifiesto que el juego del bingo fue holgadamente el año más rentable para los bingos (emplazados en casinos de juego) de Nevada. Los 32 establecimientos tuvieron un beneficio cercano a los 43 millones de dólares, lo que supondría un alza del GGR del +22%.
En 1990 la oferta de bingo en Las Vegas registró los peores datos de su historia, pero en 2017 esa tendencia ya se había revertido radicalmente y, superada la pandemia ese balance cobró incluso mejores tendencias.
El reflejo del auge del Bingo en el Medio Oeste de Estados Unidos es un hecho que capta perfiles más jóvenes y de superior edad, siempre entendiendo como tales personas mayores de edad. El directivo de uno de estos establecimientos en Milwaukee lo sintetiza con una expresión que a muchos de nuestros lectores les va a resultar familiar por ser un reflexión que hemos escuchado muchas veces en los análisis sociológicos de 'Juego y Sociedad' a cargo del sociólogo Josñé Antonio Gómez Yáñez: "Parejas dicen 'vamos al Bingo' en vez de ir a otro lugares. Tiene el mismo coste económico que ver una película o cenar y el aliciente es que pueden regresar incluso con más dinero".